"Lo que me llevé de Arico" (José Alonso Morales)


PRÓLOGO

Dejar entrever a quienes leen un libro lo que van a encontrarse en él es un orgullo para cualquier persona a quien se le confiera dicha misión, pero si además es acerca de un libro tan entrañable como el que tenemos ahora mismo entre las manos, es un orgullo y un privilegio.

Para un alcalde que durante sus muchos años de servicio a la comunidad ha visto el paso de un siglo a otro al frente de un cargo de responsabilidad, velando por el bienestar de sus vecinos y vecinas, es una alegría también la oportunidad de presentar esta obra, un libro de recuerdos personales que, a la vez, es un homenaje a la memoria colectiva. Pepe Alonso habrá conseguido con este libro, “Lo que me llevé de Arico”, que la gente de este Municipio se sienta protagonista de su propia historia, con los parecidos y los ritmos de la época que se plasma en él, que es similar a la del resto del Sur de Tenerife en el segundo y tercer cuarto del siglo XX, pero mostrando sus singularidades, sus defectos, su propia identidad.

El texto que discurre a continuación de estas humildes palabras es una fotografía perfecta de un Arico que ha evolucionado, que ha mejorado social y económicamente, pero deja ver una parte espiritual que quizá se vaya perdiendo con los nuevos tiempos. La familiaridad extendida fuera de las paredes del hogar, la gran diversidad de relaciones, encuentros, desencuentros, los engranajes de una sociedad donde se vivía con lo básico, dejaban espacios para fomentar la amistad o la solidaridad. Un territorio duro y extenso como el del Municipio de Villa de Arico, donde a veces las distancias limitaban el acceso a la sanidad, o a la educación, situación ésta última que yo mismo pude padecer por mi condición de vecino alejado, también han servido para que la gente se supere, para que valore lo que tiene gracias a la voluntad y al esfuerzo.

Esta publicación nos ofrece una amplia panorámica de estas situaciones buenas y malas, diferentes y siempre entrañables por la templanza que da el paso del tiempo, que hace debilitar hasta las más duras experiencias.

Cobran especial relevancia los momentos que la propia naturaleza ariquera brinda a quienes la saben disfrutar: las noches estrelladas en un cielo limpio y enorme que puede invitar a la reflexión o a evocar recuerdos de guitarras, cantos, ratos de alegría; la semblanza de una costa árida y a la vez húmeda por el abrazo del mar, con imágenes de soledad y de pescadores con su peculiar forma de ser, abierta y desenfadada. Especial mención hace el autor a “su” Tabaibarril, luego San Miguel de Tajao, recuerdo de las primeras estancias de veraneo de mucha población local.

Cuando todavía los progresos y los gustos culturales no llegaban por televisión o que digamos, por Internet, ya el Municipio de Villa de Arico brillaba con luz propia porque sus habitantes siempre han sido protagonistas de una “movida” cultural singular, siendo las veladas culturales, obras de teatro, zarzuelas y multitud de interpretaciones musicales, algo habitual en fiestas y casinos. Pepe se encarga cuidadosamente de reinterpretarnos aquellas obras que entusiasmaban a nuestros predecesores, para recordarnos la importancia que puede tener la escenificación del Nacimiento de Jesús, o del nacimiento de una banda de música, o del afloramiento del agua en una galería. Al fin y al cabo son nacimientos, y eso es alegría, es solidaridad y una forma de encontrarnos con nosotros mismos y con quienes nos rodean.

Con la admiración ante una reflexión espléndida sobre las formas de la solidaridad y cómo se veía esta actitud personal en un pueblo como el de Arico en la época que nuestro amigo Pepe Alonso describe en su obra, sólo me queda darle las gracias en nombre del Municipio por habernos regalado un trozo de su corazón. Un corazón que desde la cercana Artenara, donde su familia fijó residencia en Gran Canaria, nunca dejó de amar y añorar a su pueblo, desde donde “se divisaba perfectamente Tenerife en su falda sur con los Aricos acostados en la ladera que caía al mar”.

Para nosotros es un orgullo que su tierra natal le haya provocado pensamientos tan profundos como el que nos regala en su obra: “el desafío es buscar espacios y medios para modelar la conciencia con la miseria, la compasión y la ternura”.


En Villa de Arico, Septiembre de 2009
Eladio Morales Borges
Alcalde del Ilustre Ayuntamiento de Villa de Arico