Volver a la Isla

Volver a la isla será convencernos de que seguimos siendo protagonistas del ciclo de la vida, y así seremos laurisilva, cardón y era, seremos folías y arrullo de mar. Ese mar que no deja de unirnos, ese mar que nos hace escanciarnos en la infinitud del horizonte, como si quisiéramos volar detrás del sol, en esos atardeceres irrepetibles de una isla mágica. La isla es un reloj de atardeceres, donde cada día es un nuevo vértice, una luz diferente.

Volver a la isla es compartir una paz que se palpa en el aire, es abrir una cortina para dejar que los sentidos se inmiscuyan en el canto de los pájaros, en el azufre, en el eco de los barrancos. Es subirse al alisio y compartir un vuelo desde los picos hasta las espumas de la mar. Es enredarse en los visillos de la bruma que nos lleva al Terciario con sus cortinas de agua.

En Tenerife, volver a la isla es tejer recuerdos de barcos cubiertos de brea, prometiéndose afanes de conquista en el ultramar de los tesoros incas y aztecas. Recorrer callejones con destellos de historia y ver los campos de cochinilla con las mujeres iniciando el ciclo del arte. Las mujeres canarias, eternas hacedoras de una historia oculta, hermosa, habilidosa. Las veo en los lavaderos y en los telares, en los senderos acarreando tiznes negros de palos que dejaron la vida material para hacerse nobles en hachones y fogales.

Volver a la isla es sentir el baladero del ganado con el sigilo de los acantilados imbricados, como las fuentes, los molinos, la oquedad pertérrita de los barrancos.

Para volver a la isla retomaremos la sencillez de gentes que vivieron tributos de sangre, que sostuvieron imperios allende los océanos y continentes, gentes que llevaron su olor a madre donde fueron, y lo mezclaremos con el olor del brezo, el arrorró de las olas, la universalidad de un carácter hecho a la fuerza del volcán, pobladores de una tierra hecha a los ratos de soledad de quienes, mirando al mar, besan el agua que une todas las orillas del planeta.


Video: http://www.youtube.com/watch?v=7dO28uEtjMM


Tenerife, miércoles, 24 de junio de 2009
Juan Antonio Jorge Peraza