IV Edición de la Ruta de la Miel, Arico (El Bueno)


La Ruta de la Miel discurre por los altos de Arico y nos muestra el paisaje y las labores que hacen de este producto una joya de la naturaleza, reconocida desde los inicios de la Humanidad.
Esta IV edición, organizada por la Agencia de Empleo y Desarrollo Local del Ayuntamiento junto con la Asociación de Apicultores "Cumbres del Sur" de Arico, tuvo lugar el domingo, 10 de mayo de 2009. Partiendo del barrio Luis Delgado, se pasó por la Fuente Bermejo, hasta llegar a San Pancracio, en cuya plaza -construida por los vecinos de El Bueno- se llevaría a cabo la muestra de miel por parte del apicultor Manuel Rodríguez González. La Ruta culminó con un acto de homenaje a Pablo García Marrero, apicultor de Fasnia recientemente fallecido.

Abuelo Pablo

Abuelo, usted me dijo que en primavera podemos devolver a la vida una parte de lo que ella nos ha dado, que podremos sentirnos orgullosos de ayudar a algunas diosas de la naturaleza a que hagan su función, que es la más importante de la vida, por eso yo creo que nunca nos sentiríamos más cerca de la naturaleza misma que cuando en primavera nos toca ir a "sentar los corchos".

Nunca olvidaré cuando usted decía que el amanecer ya los cogía en Cazadores, Los Charcos del Obispo o La Sorpresa. Yo noto que las abejas están raras, yo creo que están tristes. Ellas saben algo y no sé si las convenceremos como a nosotros Mamá cuando nos dijo que desde el cielo nos estará cuidando. Yo no sé si será lo mismo.

Usted me describía los vuelos de las abejas como si fuesen los de un cuento de hadas: de un escobón a otro, rozando una jara, libando las cerrajas como si les diesen besos pequeñitos. Eran sólo abejas pero eran mágicas. Ahora ya la primavera está llena de flores; los olores se mezclan, nos emborrachan en un sitio y sin darnos cuenta ya estamos disfrutando de otro; el aire huele a monte, un monte con tantas fragancias como colores, los prados son tanto de pinocha como de hierba y hasta los pinos, que siempre parecen estar iguales, están más vivos. Yo lo siento. Bueno, usted me dijo que podía sentirlos si me quedaba quieto,o moviéndome con la misma brisa que ellos, meciéndome en el mismo silencio que ellos. Todo eso lo he sentido cuando íbamos a "sentar los corchos" y ahora que solo voy con mi padre también lo siento, pero es diferente. Yo creo que usted ya era como un árbol más. Yo creo que de tanto mirarlos, usted ya era un color más en el paisaje. Quiero pensar que también está ayudándonos a fabricar los panales que nos darán salud con su miel, libre en el aire, visitando todas las cuevas que nos describió, recorriendo todos los caminos que le llevaban a sus viejos, viviendo en los pasos y las casas viejas, en los eres y en los lomos.

Abuelo Pablo, la gente del pueblo me mira de una forma rara, con pena, porque sabe que usted ya no está con nosotros, que está cuidándonos desde el cielo, y porque quieren reconocer en mí algo de usted. Es como si los hubiese dejado solos. Yo pienso que no hace falta que me miren raro, sólo tienen que mirar al mar, inmenso y profundo; al monte, misterioso y cercano, a las flores, porque usted está en ellas, haciéndonos valorar lo más simple de la vida. La vida que usted nos hizo hermosa y de la que no se ha ido, como no se ha ido el sol, ni la escarcha ni los pájaros.

Abuelo Pablo, qué suerte que nos hayas enseñado a devolverle a la vida una mínima parte de lo que ella nos regala. Seguro que cada primavera, cuando vayamos a colocar los corchos de las abejas, estaremos encontrándonos contigo. Te encontraremos cada primavera y en cada paso y cada giro de la vida porque, posiblemente, hayas sido la mayor suerte que nos haya tocado a los que te disfrutamos.

(En memoria de Pablo García Marrero, apicultor de los altos del Sureste de Tenerife)
El Bueno, 10 de mayo de 2009
Juan Antonio Jorge Peraza