Siega Tradicional (Icod El Alto)

Cuando ya el calor del verano azota de lleno a los campos y el alisio de vez en cuando lleva y trae aromas de la brisa, nubes y frescura, llega la época de la siega. En Tenerife la siega es peculiar porque los campos no son tan anchos y profundos como los de Castilla, pero el trabajo es el mismo. Es la misma madrugada y son las personas quienes hacen el espacio diferente, aunque en Tenerife el final del cantero puede ser el mar… o el Teide.

Muchos eran los rincones donde hasta hace no demasiadas décadas se segaba el cereal en nuestra isla. Muchos los hogares que alimentó, elevando el gofio hasta el nivel del más codiciado tesoro.

Folías, Isas, Jotas, Seguidillas… Son muchas, casi todas, las maneras de nuestro folklore que nacieron entre las labores del campo. Entre los mollos encontró el punto cubano un espacio donde brillar con luz propia, uniendo por momentos el tabaco, el trigo, el mamey...

Fueron muchos los enamoramientos, las ilusiones, las amistades, que nacieron al pie de un montón de paja, siendo el motivo de encuentro de amigos, familiares, vecinos… La colaboración, el trabajo en comunidad, creó el folklore, que siempre vivió al ritmo de las cosechas.

Ya metidos de lleno en la carrera del siglo XXI, cuando las relaciones son diferentes, porque son distintos los cauces del grano, todavía hay lugares donde pervive el apego a la tierra, donde la agricultura no es una relación mecánica entre el hombre, el suelo y el agua. Es como un ciclo más de la naturaleza, un engranaje perfecto donde la simiente mantiene a la tierra en su sitio, y el agua sólo alimenta, no perfila nuevas barranqueras.

Aquí todavía se cultivan las huertas como hace cientos de años. Todavía los animales son la mejor herramienta para el trabajo cotidiano.

Cada año, la gente de Icod el Alto brinda el fruto de la siega a su Virgen de Buen Viaje, y es punto de encuentro de niños, amigos, forasteros, vecinos...

Al final, todos forman parte de ese ciclo natural que cada verano hace empuñar las podonas, los vasos de vino para el refresco, las cabrillas de gofio y sobre todo el agradecimiento a una tierra fértil y generosa.

El verano de 2004 marcó una nueva dimensión de la siega en Icod el Alto, porque se inicia en ese momento un gesto de entrega a la isla de Tenerife, una invitación abierta a todos aquellas personas amantes de nuestras costumbres y nuestra etnografía, a que conozcan el trabajo de la siega en este trabajador pueblo realejero.

A iniciativa del Cabildo de Tenerife, y con el apoyo del Ayuntamiento de Los Realejos, se realiza la siega, como tantos años, para cambiar el color oro de los trigos por el ocre de la tierra, pero incluyendo una invitación a los medios de comunicación, al turista, a todos aquellos que quieran encontrar un paraíso agrícola que ha recogido la sabiduría de nuestros antecesores y lo mejor del pasado, para afrontar los nuevos tiempos con la misma constancia y saber hacer.

En nombre de nuestros hijos y de los hijos de sus hijos, y de todos los que están por llegar, gracias a todos los hacedores de esta actividad, por brindarnos una de las mejores muestras de nuestras señas de identidad.

En Icod el Alto, Verano de 2004
Juan Antonio Jorge Peraza