“Bruñir de siglos.” Homenaje al mundo de la
cerámica canaria.
Siglos
de paciencia. El mismo pensamiento. Casi Idénticas manos.
Desde el barrizal sumiso
donde se presienten las formas y se definen los usos, ya se va blandiendo el
espíritu artesano. El Mazapé, Los Charcos, Los Barros, La Hondura... Manos
humildes, laboriosas, esgrimen en el barro el íntimo boceto de sus magines
inquietos.
Acompañan las mismas alpizpas, los mismos vencejos, iguales cernícalos escudriñando desde la altura.
Acompañan las mismas alpizpas, los mismos vencejos, iguales cernícalos escudriñando desde la altura.
Poco
a poco la mesura se vierte en giros, venciendo a la gravedad con su tesón, levantándose
en una espiral de perfiles. Así se yerguen los gánigos, los cazos, los cuencos,
los sueños. Con ilusión, con fuerzas. La de la tierra, la del agua, la fuerza
de los espíritus libres.
La evolución de las formas, usos nuevos, otras manos. Hay cosas que cambian, como el solar recóndito donde nace el sol cada día, pero nunca la eterna fusión de la materia cuando la roza lo humano.
El alma de los barrancos de arena, el brillo rojo de los almagres, el susurro de los callados limando asperezas, conformando hermosas texturas llamadas a la caricia...son siglos de encuentro entre la modernidad y lo aborigen, la artesanía y el arte, lo cotidiano y la magia, los contenidos y el vientre cerámico donde guardar las cosas.
En el
geito de nuestras actuales manos alfareras se intuye la maestría de seres que
ya no están, pero que dejaron su impronta de labor de barro, arena, dulzura y
fuego. San Miguel, La Atalaya ,
Teguedite, el Cercado, el Farrobo, la Cisnera , Candelaria, Arguayo, Artenara...espacios
para un encuentro ancestral, un permanente alfar donde conviven las manos, los
corazones, gente y tiempo llegados hoy a Fasnia para recibir nuestro más
sincero y fraternal agradecimiento.