Martin se fue como caballo alado buscando el infinito. Ya no nos acompañó a nuestro Al paso de la cumbre, porque ya él pasó su propio umbral de lo físico. Y se llevó su gracia y su fragancia, miles de avatares en su memoria prodigiosa y su talante icolaltero. Quedan pocos jinetes de la amistad y el compromiso, pero nos queda su hermoso recuerdo, nos queda el inmenso privilegio de haber pasado con él la cumbre de la mediocridad, porque Martín era único, hábil valedor de lo que ser humano significa. Espiritualmente, mañana seguirá Martin pasando la cumbre con quienes vamos a rendir homenaje a cuantos nos han definido como pueblo