Sólo tiempos de almendreros
en flor
Hay mucho que agradecer a la
joven tierra volcánica su providencial cobijo y a las lluvias que dan vida, aun
con irregularidad, a las sementeras más inhóspitas.
Muchos factores benefician el
pletórico advenimiento que puebla a Tenerife del maravilloso árbol del
almendrero. Pero falta uno: el factor humano. Es casi generalizada la poca a
atención que se presta a los almendreros. Un sector que tuvo una gran impronta
en la producción agrícola de la isla a finales del siglo XIX, que ha sido clave en la
agricultura de subsistencia de comarcas tradicionalmente áridas del suroeste y
medianías altas del sur de Tenerife y que últimamente ha reducido su notoriedad
solamente a su espléndida floración.
Además de alguna iniciativa
institucional, como el proyecto de Recuperación de frutales de secano (Higuera,
tunera y almendrero) del suroeste de Tenerife, auspiciado por el Área de
Agricultura y Desarrollo Rural del Cabildo de Tenerife, la presencia de la
almendra del país está presente cada vez menos en la repostería local. Las
empresas reposteras, mayoritariamente artesanales, recurren a la almendra de
importación para elaborar sus productos y el consumo de la almendra local sin
transformar también ha decaído notablemente.
Los hábitos sociales y culturales
que han sustentado la transmisión de conocimientos dentro del ámbito familiar,
y que tanto ha ayudado a mantener las señas de identidad de los pueblos también
ha afectado a la cultura del almendrero. De esta manera, las recetas
gastronómicas tradicionales no van encontrado relevo en sus celebraciones
consuetudinarias. Cada vez son más inusuales los rituales de recogida, majada,
los usos de la leña o de la cáscara para el fuego o para dar consistencia a los
noveles suelos volcánicos.
Sólo tiempos de almendro en flor.
Cada inicio de año, las medianías se tiñen de rosa y blanco para brindar
espléndidos paisajes de almendrero en flor, especialmente en años de mucha
lluvia como el otoño de 2013. Esto lleva a miles de personas, residentes y
turistas, a visitar las zonas de cultivo. Indudablemente esta actividad de
turismo activo puede generar algunos recursos económicos, principalmente en el
sector de la restauración y en las empresas de senderismo, además de
promocionar los entornos más vinculados a las zona de floración, como son el
Valle de Santiago del Teide o Arguayo y cada vez más otros lugares de la isla
como las medianías altas de Fasnia, Vilaflor o Granadilla. Pero es
principalmente Santiago del Teide quien destaca en cuanto a visitas al
almendrero en flor, gracias a la agradecida presencia de árboles en la zona y a
la iniciativa de promoción de la visita a los mismos desarrollada por el gobierno
municipal.
Iniciativas como la Feria de la
almendra, que cada año se lleva a cabo en Aripe, Guía de Isora, o la Recogida
de la almendra en Vilaflor, que se realiza con personas que voluntariamente
recogen la almendra para destinar los beneficios de su venta a una acción
solidaria, ayudan a promocionar la imagen de la cultura de la almendra. Se
apuntan nuevas iniciativas a nivel empresarial, como la creación de paquetes
turísticos temáticos. Es el caso del que recientemente comenzó a desarrollar el
Hotel La Casona del patio, en Santiago del Teide, vigente para todo el año y en
el que se muestra al visitante las huellas de la almendra en la cultura local y
la brillantez de su cultivo en cualquier momento de su evolución anual.
Pero es necesario dar un paso
más, quizá habría que buscar soluciones para facilitar el acceso a los almendreros
para su aprovechamiento no solo “visual”, mejorando los caminos de acceso y
revalorizando las propiedades de la almendra del país. De esta manera, su
precio de mercado podría ayudar a cubrir los costes de un aprovechamiento
artesanal, lejos de los sistemas de explotación intensiva, mecanizada y
“subvencionada” de los que disfruta la almendra de importación. Las propiedades
organolépticas, la impronta paisajística casi siempre vinculada un entorno
volcánico joven, el legado gastronómico y las señas de identidad con las que la
almendra tiñe al sur y suroeste de Tenerife, hacen merecedora a la misma de una
marca de identificación propia, que ayude a su revalorización y puesta en
valor.
Mientras las entidades
correspondientes realizan esta labor de reconocimiento y aprovechamiento de los
almendreros de Tenerife, la fracción humana que puebla el territorio podrá
seguir disfrutando de los magníficos tapices que brinda el almendrero en flor.
Y de cualquier manera, siempre podrá quedar este árbol emblemático como un
motivo de inspiración para poetas, poetas que en alguna ocasión, y ante la
obligatoriedad de buscar el sustento para la familia aún allende los mares,
pudieran haber brindado la belleza del almendrero a sus sentimientos más
profundos:
Bajo el
almendro del amor te acompañarán mil flores pintadas en el cielo,
sutilezas
blancas y rosas que brillarán para ti.
Recuérdame,
prenda, junto al calor del almendro, y así
el viento será
mi abrazo y sus flores, tras cadencioso vuelo,
libarán tu
cara como si fueran mis besos.
Juan Antonio Jorge Peraza, 10 de febrero de
2014