En torno a la Muestra
Gastronómica de la Isla Baja. Tenerife.
Buscando un secreto viajé hasta
los confines de una isla, me sumergí en sus cantiles y bufaderos, me camuflé
entre su gente. Me empapé del olor de sus flores y del color de los patios. Vi
la esencia portuguesa, con su ambiente de sosiego, su cariz altanero y
cadencioso. Lo vi en los balcones.
Buscando una especia peculiar, el
azafrán de la tierra, que vestía de rojo los lebrillos y en la lengua te
remonta a los valles ansiados del Algarbe, la vi en las tierras de Teno y en
Los Llanos, la vi en los platos abiertos al mundo brindando su crisol de texturas.
Quizá en las Libreas, o en la
faenas de la mar, quizá en las ballenas flotantes. En los resquicios de las
puertas de la pequeña Génova, o en los cañaverales dulces que eran luz de los
ingenios.
Maravilloso secreto, que se intuye,
se nota, se siente, pero que nunca llegaré a entender. Posiblemente sea el aire
limpio del océano que todo embriaga, que al espíritu serena y hace sentir como
noctámbulo del tiempo. Perdido, soñando, viviendo una isla dentro de otra isla,
aislado y pleno.
Silba el cabrero en los altos y
lo ancestral se hace moderno, eterno, vivo, atractivo y suculento queso de
caprinos destellos, queso mítico y singular, avenido desde aborígenes manos,
desde seres capaces de esbeltos malabares en la roca.
Buscando un secreto ansiado de
piratas, verde de escobones y de brezo, ronroneaba la rabiche de la laurisilva en
el barranco y su eco viajó en mi corazón para siempre, tejiendo los hilos de un
amor a la tierra enhebrado con firme fragancia. En la Isla Baja se cuecen los
sueños sempiternos de la naturaleza adorada por la gente, un acuerdo de amistad
y respeto firmado con siglos de armonía.
¿Dónde estará el secreto?
Si fuese en la parva donde vuelan
los caballos, habrá que rondar al trigo y escanciarse en las eras, acompañando
al sol para seguirlo en la tarde, cuando por Teno se fuera. Si fuese en la
tierra de los bravíos bancales, preñadas de litosol y de trabajo interminable,
donde se cuecen las papas de color, el más preciado tesoro avenido de Occidente...
Creo que tras perderme en el
éxtasis de una isla ya no necesito encontrar su secreto.
Juan Antonio Jorge Peraza
En Tenerife a 25 de febrero de 2014