A volandas del trigo vuelve el bullicio a la era. A la “refatiña” por los frescales, la infancia se revuelve, como la mar, que siempre vuelve. Como un pasaje interminable, las yuntas van pasando, a vueltas de la era con elegancia, a su paso. En un abrigo de espigas se arropa el viento, y asido del belgo retoma fuerzas, se yergue y vuela al cielo. Nos vamos al Tanque a vivir la trilla; como lo hicieron antes: amigos, madres, abuelos, mezclando ilusión y cansancio, como espigas nobles también nacidas de la tierra. En la apuesta del pueblo tanquero por mantener sus señas de identidad, la recreación de la trilla se hace un año más, como homenaje a los que no están y a los que vendrán luego, cumpliendo esta tarea como simples y acérrimos protagonistas de su tiempo. Éste, este tiempo en el que se va diluyendo una forma de vivir, unas maneras que en ocasiones eran duras y hermosas, este encuentro une personas y naturaleza. Los protagonistas de hoy son el eslabón que hace de clave en el acercamiento al mañana. Este año la Trilla del Tanque se abre e invita a muchos agricultores de otros lugares de Tenerife, para que también la vivan como suya. Que no falte alegría, porque este acto es un brindis con el sol y la concordia, con los pueblos y con la humanidad que los une.